Las ballerinas deportivas, también conocidas como sneakerinas, son la nueva obsesión (y el nuevo villano) del mundo de la moda. Este híbrido entre zapatilla y flat rescata la comodidad del calzado deportivo y la delicadeza del balletcore, dando vida a un zapato que combina lo coquette con lo athleisure… y que parecía imposible de existir. La punta redondeada y femenina se fusiona con suelas más gruesas y materiales técnicos, creando una silueta que muchos aman por su versatilidad, y que otros detestan justamente por desafiar las reglas clásicas de ambos mundos.

 

 

La razón de su boom es simple: responden a una necesidad real. Después de varias temporadas dominadas por la comodidad extrema (gracias, normcore) y la estética coquette que arrasó en TikTok, las sneakerinas llegan como un punto medio lógico. Son estilosas, ultra combinables y sorprendentemente funcionales. Marcas de lujo y deportivas por igual las han incluido en sus colecciones, empujando la tendencia hacia las calles y convirtiéndolas en la nueva pieza de la que todos hablan.

 

 

Llevarlas es más fácil de lo que parece. Funcionan con faldas tableadas, shorts, jorts, vestidos o incluso con jeans rectos y calcetines visibles para un guiño más Y2K. La clave está en equilibrar su dualidad: si el look es muy dulce, súbelo con una prenda deportiva. Si es muy casual, agrégale un toque femenino. Así, las ballerinas deportivas dejan de ser un zapato polémico y se transforman en la mejor prueba de que la moda vive de sus propias contradicciones.

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