El reciente lanzamiento de Rini, la marca de skincare infantil creada por Shay Mitchell, encendió un debate inmediato. La línea incluye mascarillas con diseños de animales, geles calmantes y cremas hidratantes formuladas para niños desde los tres años, presentadas como un ritual de autocuidado seguro. A partir de esto surgió rápidamente la discusión: ¿es positivo que los niños aprendan hábitos de cuidado desde pequeños o es problemático exponerlos tan temprano a dinámicas asociadas a la belleza? Sin embargo, más allá de esa tensión entre lo “bueno” y lo “malo”, hay una pregunta aún más básica (e importante): ¿necesitan los niños mascarillas faciales?

 

 

Para entender por qué esa pregunta es central, basta escuchar a los especialistas. Aunque Rini insiste en que sus fórmulas están diseñadas para pieles delicadas y que su propuesta apunta al autocuidado, dermatólogos consultados por Harper’s Bazaar coinciden en un punto fundamental: la piel infantil no necesita productos cosméticos externos para mantenerse saludable. Está biológicamente preparada para hacerlo por sí misma. La dermatóloga Kristina Collins lo describe con claridad: “Su piel es literalmente perfecta: apenas producen sebo y prácticamente no tienen problemas cutáneos. Los niños pueden tener enfermedades como eccema o psoriasis, pero esas condiciones deben ser manejadas por un dermatólogo y no se esperarían mejoras con los productos de esta línea”.

 

 

Con este contexto, la discusión deja de girar en torno a si el skincare en la infancia es formativo o perjudicial desde una perspectiva social o emocional. El punto es otro: no existe una necesidad dermatológica que justifique su uso. Cuando una piel funciona bien, sin intervenciones, introducir cosméticos no responde a un hábito saludable, sino a una construcción cultural que viste de autocuidado lo que, en el fondo, es consumo. Reducirlo todo a “es bueno porque forma hábitos” o “es malo porque adelanta estándares de belleza” simplifica un problema que, en realidad, es mucho más concreto: no se trata de enseñar a cuidar la piel, sino de no inventar cuidados que no aportan.

 

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