Con cinco episodios ya disponibles en Disney+, All’s Fair llega a su mitad de temporada posicionándose como una de las mayores sorpresas del catálogo. El nuevo drama de Ryan Murphy no solo ha generado conversación en redes, sino que se convirtió en el estreno más visto de una serie original en la plataforma de los últimos tres años, un logro inesperado para un proyecto que muchos anticipaban como puro ruido mediático. La historia sigue a un grupo de abogadas que llevan los casos más mediáticos de Los Ángeles mientras redefinen qué significa ser una mujer poderosa en un entorno competitivo. Desde su estreno, la producción ha recibido una ola de críticas: diálogos cuestionados, actuaciones bajo la lupa -especialmente las de Kim Kardashian- y un discurso percibido como forzado en torno a la figura de la “mujer alfa”. Puedes estar de acuerdo o no con la narrativa, pero hay algo imposible de negar: la moda es la verdadera protagonista.
El estilo de All’s Fair es tan dramático como su trama: femenino, extravagante y abiertamente irreal, con tintes de alta costura que rozan lo teatral. Sí, muchos looks son imposibles para una jornada laboral realista, pero ahí radica su encanto. El vestuario, a cargo de Paula Bradley, apuesta por siluetas escultóricas, colores vibrantes y piezas de diseñador que no solo decoran la escena, sino que hablan por los personajes. Desde el primer episodio, queda claro que en esta historia vestirse también es liderar.
Más que una serie legal, All’s Fair funciona como un manifiesto visual sobre el empoderamiento femenino. Presenta a mujeres que ocupan espacio sin pedir permiso, tanto en la sala de juntas como en el plano estético. La serie demuestra que la moda no resta profesionalismo, sino que lo potencia. No se trata de frivolidad, sino de estrategia. Cada textura, cada paleta y cada elección comunica un tipo distinto de presencia: desde la autoridad silenciosa hasta la seguridad con la que alguien cruza la puerta de una negociación. Puede que no sea una obra maestra de la televisión, pero sí una oda al poder de la moda corporativa… y eso se valora.









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