En algún momento del camino, tanto los cantantes como las audiencias comenzaron a conformarse con el lanzamiento rápido de un par de singles. La era de los álbumes completos y de los videoclips cinematográficos, con historias y producciones elaboradas, parecía haber quedado en el pasado. Sin embargo, siempre hay artistas que miran hacia atrás para traer de vuelta lo que parecía perdido. Sabrina Carpenter es uno de los mejores ejemplos: inspirándose en la estética y las dinámicas de los grandes íconos del siglo XX, ha convertido sus lanzamientos en verdaderos eventos culturales, devolviéndole protagonismo al arte del video musical.
Este viernes lanzó Man’s Best Friend, un álbum de 12 canciones que confirma su ambición artística. Y si bien el proyecto ya contaba con Manchild como carta de presentación, fue con el estreno de Tears que Sabrina dejó claro que los videoclips aún tienen un lugar fundamental en la industria. Con una producción de alto nivel, estética cuidada y un guión que se siente como una película en miniatura, la cantante revivió lo que significa contar una historia a través de imágenes y música.
Tears es un homenaje directo a The Rocky Horror Picture Show, la película de culto de los años 70. El video arranca con un accidente automovilístico que deja a Sabrina aparentemente sola, buscando refugio en una mansión espeluznante. Al igual que Janet en la cinta original, la protagonista pasa de un outfit clásico con sombrero a ropa interior, explorando la casa y siendo guiada por su dueño: en esta versión, Colman Domingo en el papel del excéntrico Dr. Frank-N-Furter. Entre guiños a la liberación sexual, coreografías teatrales y personajes extravagantes, el clip logra capturar la misma mezcla de absurdo, sensualidad y oscuridad que convirtió a Rocky Horror en un clásico.
Pero la artista no solo se limita a recrear: también agrega su sello personal. En el cierre del videoclip, el chico del accidente de coche (que creía muerto) regresa, provocando un suspiro en Sabrina, decepcionada de verlo con vida. Como respuesta, la cantante dice: “Es un concepto. Alguien tiene que morir en cada video». Acto seguido, clava un tacón de aguja en su pecho, reafirmando lo que ya se ha convertido en un rasgo característico de su universo visual: en sus historias, los hombres siempre terminan mal. Ella misma lo explicó con ironía: “En el universo cinematográfico de Sabrina, las mujeres nunca mueren. Desafortunadamente, los hombres sufren la mayor parte de la pérdida”.
Las reacciones en redes han estado divididas: algunos aman la canción, otros no tanto. Pero lo verdaderamente relevante es otra cosa: Sabrina Carpenter está recordándole a la industria -y también a quienes consumimos música- que los videoclips no son un accesorio, sino una experiencia narrativa y estética con valor propio. En tiempos de inmediatez y consumo rápido, demuestra que aún se pueden crear piezas memorables que trascienden al streaming. Y quizá ahí está su mayor acierto: entender que la mejor inspiración sigue estando en el pasado. Porque los 70, 80 y 90 nunca dejan de ser icónicos, y Sabrina lo sabe mejor que nadie.
Te dejamos el videoclip a continuación:







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