Te ha pasado que compras un sweater que a los pocos días se llena de motas, mientras otro se mantiene intacto por años? No es cuestión de suerte: la diferencia está en su composición. Cuando vamos de shopping solemos fijarnos en el calce, en el color o en las tendencias, pero rara vez miramos la etiqueta de composición. Ese pequeño trozo de tela que viene cosido en cada prenda puede ser la clave para saber si estamos invirtiendo en algo que durará o en algo que se deteriorará rápidamente.

 

Cuando hablamos de calidad, las fibras naturales suelen ser la mejor apuesta. El algodón, la lana, la seda y el lino no solo se sienten más cómodos, sino que también permiten que la prenda respire y tenga una mayor durabilidad. Por el contrario, materiales sintéticos como el poliéster o el acrílico tienden a desgastarse más rápido, acumular motas y perder su forma original, aunque muchas veces los veamos como opciones más económicas o fáciles de mantener.

 

Sin embargo, no todas las mezclas son negativas: un jean, por ejemplo, puede ser de algodón 100%, pero muchas veces se le añade un pequeño porcentaje de elastano (1 a 3%) para darle flexibilidad y mayor comodidad sin sacrificar calidad. El problema surge cuando las prendas contienen un exceso de fibras sintéticas como poliéster o acrílico, que tienden a perder forma y generar bolitas. Un sweater de “mezcla” con apenas 10% de lana y 90% acrílico puede lucir igual en el probador, pero su desgaste será mucho más rápido.

En definitiva, comprar con ojo analítico significa detenerse un segundo a revisar de qué está hecha la prenda. Priorizar composiciones nobles o equilibradas, fijarse en los porcentajes de fibras y en la construcción del tejido es el verdadero truco para un clóset que resista el paso del tiempo. Invertir en piezas de buena calidad puede parecer más costoso al inicio, pero a largo plazo es lo que realmente se traduce en prendas que nos acompañan por años.

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