Hay vestidos de novia que son bonitos y luego están los de Vivienne Westwood: piezas que parecen salidas de un sueño barroco, con corsetería impecable, faldas dramáticas y ese aire de rebeldía elegante que solo la casa británica sabe capturar. En los últimos años, las celebrity brides han vuelto a ponerlos en el centro de la conversación -Demi Lovato con su silueta estructurada y Charli XCX con un diseño de corte clásico pero lleno de actitud-, confirmando que el legado de la diseñadora sigue intacto. No es una tendencia nueva: Miley Cyrus, Barbara Palvin e incluso Carrie Bradshaw en la película de Sex and the City ya habían caído bajo el hechizo de Westwood.
Lo que hace que un vestido de novia de Vivienne Westwood sea tan especial es la manera en que combina tradición y transgresión. Sus diseños rescatan técnicas de alta costura, como los corsés inspirados en el siglo XVIII o las faldas con volúmenes teatrales, pero siempre con un giro contemporáneo que los convierte en piezas únicas. Podríamos decir que la magia está en los detalles -en la caída de la seda, en la arquitectura de los pliegues, en ese escote asimétrico que ya es un sello-, pero también en el aura que los rodea. Un vestido de Vivienne Westwood no solo se ve: se recuerda. Y por eso, década tras década, sigue siendo el sueño de tantas novias.
Aunque la diseñadora es recordada principalmente por revolucionar la moda punk británica, su legado en el mundo nupcial es igual de impresionante y duradero. Incluso después de su muerte, sus diseños continúan marcando tendencia y redefinen lo que significa vestirse para el altar. Por eso, cuando pensamos en bodas de lujo, solo hay una diseñadora que se mantiene como referente absoluto: Vivienne Westwood.









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