La última campaña de American Eagle, protagonizada por Sydney Sweeney, ha desatado una ola de críticas por motivos que van desde el sexismo hasta referencias al nazismo. El foco está en un juego de palabras que muchos consideran de mal gusto: “Sydney Sweeney Has Great Genes” (Sydney Sweeney tiene buenos genes) dice el slogan de la colaboración, con la palabra genes tachada y reemplazada por jeans. La frase, repetida en múltiples piezas de la campaña, ha sido señalada por evocar el lenguaje de la eugenesia, una doctrina pseudocientífica ligada a ideas de supremacía racial y pureza genética. Para algunos, la conexión es directa: el uso de “buenos genes” refuerza estereotipos de belleza blancos, delgados y eurocéntricos.
Pero las críticas no se detienen ahí. Aunque la marca sostiene que el nuevo “Sydney Jean” busca generar conciencia sobre la violencia doméstica -incluyendo un símbolo de mariposa en el bolsillo trasero y la promesa de donar el total de las ventas a una línea de ayuda-, muchos han cuestionado la coherencia del mensaje. En los videos promocionales, la cámara se detiene repetidamente en el cuerpo de la actriz, con planos sugerentes de su pecho y glúteos. Esto ha sido interpretado como una sexualización innecesaria que contradice el supuesto tono de conciencia social de la campaña.
En redes sociales, la reacción fue inmediata. Comentarios como “SS no significa Sydney Sweeney” -en alusión a las siglas de las Schutzstaffel nazis- y críticas al tono «tone deaf» del anuncio se multiplicaron, incluso cuando el video superaba el millón de visualizaciones en TikTok. Este caso demuestra que no basta con tener una celebridad y una buena causa para que una campaña funcione. En pleno 2025, las marcas tienen que pensar dos veces antes de lanzar mensajes que pueden sonar antiguos, insensibles o fuera de lugar. Lo que quizás pretendía ser un juego de palabras ingenioso, terminó activando alertas sobre temas tan delicados como la eugenesia y la sexualización.









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