¿Has visto un outfit completamente neutro -pensemos en jeans, una camiseta blanca y blazer negro- que, de pronto, se transforma con una cartera fucsia o unos zapatos verdes? ¿O ese look total black que se vuelve inolvidable gracias a un accesorio rojo intenso o unos aros turquesa? A eso se le llama pop of color y es una de las fórmulas más efectivas (y divertidas) para elevar un look simple sin necesidad de hacer grandes esfuerzos. En el mundo de la moda, este pequeño gesto se ha convertido casi en un arte: saber elegir ESE color exacto que hace que todo encaje y destaque a la vez.

 

 

La clave está en el contraste. Mientras más neutra o monocromática sea la base del outfit, más protagonismo tiene ese toque de color inesperado. Puede ser un bolso, un par de zapatos, unos anteojos o incluso un pañuelo amarrado al cuello o al pelo. Lo importante es que el color elegido no pase desapercibido. Los tonos vibrantes son los más comunes, como rojo, amarillo o verde. Pero también se puede jugar con lilas, celestes eléctricos o naranjos encendidos. El objetivo es romper con la monotonía y generar un efecto visual que llame la atención (en el mejor de los sentidos).

 

 

Incorporar un pop of color no solo demuestra un buen ojo para el estilo, es una forma fácil y efectiva de hacer que tu look diga algo más. Es el secreto mejor guardado para elevar un look básico, y lo mejor es que no necesitas renovar todo tu clóset para lograrlo: a veces basta con ese accesorio que tenías olvidado en el fondo del cajón. ¿Te atreves a probarlo?

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