Con la llegada de su tercera y última temporada, The Summer I Turned Pretty se despide como una de las series más queridas por la Gen Z. Lo que comenzó como una simple adaptación de la trilogía juvenil de Jenny Han se transformó, casi sin darnos cuenta, en un fenómeno cultural. Y no es casualidad. Su combinación de romance veraniego, nostalgia adolescente y conflictos emocionales conquistó a una audiencia que no solo consume estas historias, sino que las vive. Especialmente entre quienes todavía recuerdan lo que es sentirlo todo por primera vez.

 

Uno de los mayores aciertos de la serie -y probablemente la razón por la que conectó con tantos- fue su forma de retratar el amor adolescente con todos sus enredos, dudas e intensidad. Belly, la protagonista, no es perfecta y eso la hace más real. A veces, incluso, puede parecer la villana de su propia historia. Pero, ¿quién no lo ha sido alguna vez? A lo largo de los tres veranos, la vemos crecer, cometer errores, elegir, dudar y aprender a conocerse a sí misma, todo mientras navega un triángulo amoroso que dividió al mundo entre el Team Conrad y el Team Jeremiah. La serie no busca respuestas fáciles, apuesta por la emoción y el conflicto interno. Y, sobre todo, por ese escenario tan familiar: ¿qué hacemos cuando, simplemente, no tenemos las respuestas?

Otro ingrediente clave ha sido su estética nostálgica: atardeceres en la playa, fiestas con luces cálidas, polaroids, cartas escritas a mano y outfits inspirados en el estilo coastal cool. Todo esto acompañado por un soundtrack que ha sido fundamental para conectar con la audiencia, con canciones de Taylor Swift, Olivia Rodrigo y Phoebe Bridgers marcando los momentos más icónicos de la serie. Porque seamos honestos: nadie olvida esa escena del baile cuando suena The Way I Loved You y Conrad se acerca a Belly en cámara lenta. Así que sí, puede que se acabe. Pero The Summer I Turned Pretty ya dejó su huella. En cada playlist. En cada Team Conrad o Team Jeremiah que todavía se discute en redes. Y, sobre todo, en ese rincón del corazón donde todavía somos adolescentes tratando de entenderlo todo.

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