Glastonbury no es solo un evento musical, es un espacio donde la moda y la expresión personal se fusionan de manera única. Desde sus inicios en los años 70, el festival ha sido un reflejo de la contracultura, con atuendos bohemios que incluían pantalones acampanados, flecos y flores en el cabello, encapsulando el espíritu libre de una generación. Con el paso de los años, estas influencias han evolucionado, adoptando nuevas tendencias y reinterpretándose en estilos contemporáneos que mezclan funcionalidad con creatividad.

 

A lo largo de su historia, Glastonbury ha sido una vitrina de moda en sí misma, marcada por íconos de estilo que han dejado huella. Kate Moss popularizó las botas de lluvia Hunter, combinándolas con shorts de denim y chaquetas de cuero, un look que sigue siendo un clásico. Florence Welch, con su estética etérea, y Alexa Chung, con su característico estilo effortless chic, también han definido cómo se viste para un festival. Estas figuras, junto con asistentes anónimos, han hecho de Glastonbury un lugar donde el estilo personal brilla tanto como los actos en el escenario.

El terreno fangoso del festival convirtió a las botas de lluvia en un elemento esencial que combina practicidad y estilo. Prendas de crochet, lentejuelas, glitter y chaquetas oversized son piezas recurrentes que los asistentes han adoptado para crear combinaciones únicas. Además, la influencia del festival trasciende sus límites, inspirando a diseñadores y marcas a incorporar estos elementos en sus colecciones, demostrando que Glastonbury no solo dicta la moda festivalera, sino también la tendencia global. Por ejemplo, la nueva campaña de Burberry inspirada en la cultura festivalera de Glasto en los años 90s.

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