Para cuando haga su último concierto este domingo, Adele habrá lucido más de 50 vestidos negros, uno diferente cada fin de semana. Entre sus elecciones, se encuentran diseños exclusivos de Stella McCartney, Dior, Carolina Herrera, Prada, Vivienne Westwood, JW Anderson y Ralph Lauren, entre otros. Por supuesto, todos hechos a medida.

 

 

Este no es un detalle que realmente sorprenda, ya que a lo largo de su carrera, Adele ha mostrado preferencia por prendas de este estilo. Sin embargo, la cantidad, la diversidad y la consistencia de estos vestidos durante su residencia marcan un hito en la historia de una de las piezas más atemporales y clásicas de la moda. ¿Qué lección nos deja esto? El eterno poder del vestido negro.

 

 

Esta prenda sigue siendo la clave de la elegancia, capaz de adaptarse a cualquier contexto y seguir sorprendiendo. Siempre será sinónimo de sofisticación, accesible a cualquier época y situación, por su capacidad de reinventarse sin perder la esencia. En un mundo donde todos intentan destacar y diferenciarse para «ser vistos», a veces, la respuesta está en llevar algo clásico. Gracias Adele por esta y las miles de lecciones que nos has dejado a lo largo de los años.

 

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