“A veces pienso en el futuro y me da miedo. Pero luego pienso: iré a la universidad, me uniré a la hermandad de mujeres adecuada y me casaré con un tipo rico… A menos de que engorde”. La frase es de Brooke Davis de One Tree Hill (2003), una de las series más populares de los 2000. Mirar hacia atrás hacia esta década puede ser una locura. Si bien nos entregó algunas de las mejores películas y series, es inevitable notar ciertos comentarios gordofóbicos camuflados de humor. Gran parte de ese período se caracterizó por el body shaming, la gordofobia, la cultura de dietas e ideales de belleza tóxicos que se proyectaron en celebridades femeninas y, posteriormente, se traspasaron a las chicas más jóvenes.

 

 

Con el tiempo, afortunadamente, estos pensamientos fueron reduciéndose y surgió una ola de body positivity, donde las curvas eran celebradas y la diversidad de cuerpos comenzó a ocupar un lugar en la conversación. Sin embargo, como la moda es cíclica, era solo cuestión de tiempo para que el estilo que reinó en los años 2000 volviera a nuestros clósets, y con él, la glorificación de ciertos cuerpos para lucir prendas específicas. Por ejemplo, los pantalones de tiro bajo y la presión por tener un abdomen plano. En este contexto, sumado al auge de la inyección Ozempic para bajar de peso, ha resurgido la obsesión por el aspecto físico. Esto es un retroceso que, en mi opinión, no deberíamos aceptar.

 

 

Estos últimos meses, mi cuenta de TikTok ha estado repleta de videos con la descripción “Basic, because my accessory is being skinny” (“Básica, porque mi accesorio es ser flaca”, en español). ¿Desde cuándo los cuerpos son un accesorio o una tendencia? Me parece fundamental recordar que el cuerpo humano es diverso y no debe ser un criterio para dictar qué se puede o no usar. La idea de que solo las personas con ciertos tipos de cuerpo pueden lucir determinadas prendas es simplemente anticuada. Las tendencias no deberían definir cómo nos sentimos acerca de nuestros cuerpos, al contrario, deberíamos ser nosotras mismas las que decidamos cómo llevar la moda, independientemente de nuestra forma o tamaño.

 

 

A medida que navegamos por esta resurrección de los 2000, es crucial que esta vez lo abordemos de manera distinta. Hoy tenemos más conocimientos y una mentalidad más abierta. Hablar de tallas, cuerpos y siluetas como si fueran modas pasajeras es una presión muy dura (sobre todo para las mujeres) y es algo que necesitamos dejar atrás. Temas tan importantes como la salud y la apariencia física no deben ni pueden estar influenciados por modas o gustos superficiales. La única tendencia que realmente necesitamos seguir es vestirnos de una manera que nos haga sentir cómodas y seguras. Nada más.

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