No podemos hablar de los 90 sin mencionar a Kate Moss, una de las supermodelos más icónicas de todos los tiempos. Con su figura delgada y su apariencia andrógina, Moss redefinió los estándares de belleza en una época donde el glamour y las curvas dominaban las pasarelas. Fue descubierta a los 14 años en el aeropuerto JFK por Sarah Doukas, fundadora de la agencia Storm Model Management, quien quedó cautivada por sus rasgos inusuales: ojeras, sonrisa imperfecta y ojos separados. Justamente aquello que la alejaba de los cánones de belleza tradicionales fue lo que la hizo única y la catapultó al estrellato, desatando lo que se conoció como la era del “heroin chic”.
Su colaboración con el fotógrafo Corinne Day para la revista The Face en 1990 fue un momento crucial en su carrera, que presentó a Moss al mundo como el rostro de una nueva generación. En 1993, su contrato con Calvin Klein consolidó su estatus como ícono cultural, especialmente por su campaña para el perfume Obsession, donde su imagen provocativa marcó un antes y un después en el mundo del modelaje.
Su relación con Johnny Depp, que comenzó en 1994, la catapultó aún más a la fama. La pareja capturó la atención mediática con su estilo de vida bohemio y lujoso, convirtiéndose en un ícono cultural de los años 90. La combinación de la supermodelo británica y el actor rebelde de Hollywood atrajo titulares y alimentó el mito en torno a Moss, que se consolidaba no solo como una modelo, sino como una figura clave dentro de las celebridades.
Sin embargo, el mayor escándalo de su carrera llegó en 2005, cuando The Daily Mirror publicó fotos de ella consumiendo cocaína en un estudio de grabación. El escándalo fue instantáneo y tuvo repercusiones profundas tanto en su vida personal como profesional. Varias marcas con las que tenía contratos millonarios, como H&M, Burberry y Chanel, decidieron distanciarse de la modelo y terminar su relación comercial. La industria, que hasta entonces había estado fuertemente asociada con su imagen, pareció darle la espalda.
El mundo de la moda, sin embargo, no fue unánime en su condena. Alexander McQueen, uno de los diseñadores más influyentes y cercano a Moss, mostró un gesto de apoyo que quedó grabado en la historia. Durante su desfile de la temporada Primavera/Verano 2006, McQueen salió a la pasarela usando una camiseta que decía «We love you Kate» (Te amamos, Kate), desafiando la corriente de rechazo hacia la modelo. Este respaldo, sumado a su disculpa pública y su ingreso a rehabilitación, ayudó a Moss a resurgir.
Lejos de hundir su carrera, este escándalo la humanizó y, contra todo pronóstico, la hizo regresar con más fuerza. Pronto fue recontratada por marcas como Burberry y Dior, y consolidó su estatus como una leyenda de la moda. Su resiliencia y capacidad para adaptarse a los altibajos de la vida pública la han mantenido relevante, convirtiéndola en un ícono cultural que continúa influyendo en la industria hasta el día de hoy.












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