Desde el estreno de Sex and the City en 1998, Carrie Bradshaw ha redefinido lo que significa ser un ícono de estilo en la televisión. Interpretada por Sarah Jessica Parker, este personaje es mucho más que una columnista neoyorquina. Su audaz enfoque de la moda, que mezcla lo vintage con las grandes marcas, la ha convertido en una de las figuras más influyentes del mundo de la moda. Pero ¿qué hace que su estilo sea tan inolvidable?
El guardarropa de Carrie Bradshaw es un reflejo de su personalidad vibrante y aventurera. No teme arriesgarse con combinaciones inesperadas y extravagantes. Ya sea usando una falda de tul como vestido casual o combinando prendas que otras personas considerarían imposibles, Carrie siempre logra que todo se vea bien. Uno de los aspectos más icónicos de su estilo es su capacidad para mezclar piezas de alta costura, como Manolo Blahnik o Dior, con prendas vintage encontradas en tiendas de segunda mano. Esta combinación le otorga una autenticidad que pocas fashionistas saben lograr.
Uno de sus looks más icónicos es, sin duda, su falda de tul, que se convirtió en sinónimo de su personaje. Ya sea usándola en París o caminando por las calles de Nueva York, Carrie le dio al tul una nueva vida, haciéndolo un elemento chic y a la vez cotidiano. Y es que la columnista siempre ha mostrado que el riesgo en la moda vale la pena. Hoy en día, Carrie Bradshaw sigue siendo una referencia de estilo. El renacimiento de la serie en «And Just Like That…» ha reavivado el interés por su estética, con nuevas generaciones que buscan canalizarla en sus conjuntos, adoptando su enfoque audaz, ecléctico y atrevido de la moda.










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